Los terrenos al este de la playa de Los Tranquilos tienen el privilegio de reunir todos los ecosistemas dunares típicos del litoral cantábrico, más unas depresiones húmedas con saucedas, alisedas, juncales y cañaverales, donde está constatada la cría de Gallineta Común, Focha Común, Ánade Azulón y Ruiseñor Bastardo.
Pero lo más destacable es la presencia de dunas fósiles (dunas muy antiguas y alejadas de la influencia directa del mar) que permiten la acumulación de materia orgánica sobre la que pueden instalarse matorrales, arbustos, e incluso ecosistemas boscosos como el encinar.
Por eso, junto con las encinas y los pinos de repoblación podemos disfrutar de la presencia de laureles, zarzaparrilla, rosa espinosísima, aladiernos y aligustres, unas comunidades vegetales que se interpretan como de sustitución a los encinares maduros.
Todo esto se encontraba antes del comienzo de la tala en un estado de conservación no muy bueno, pero permitía albergar la esperanza de un futuro proyecto de restauración ambiental. Ahora, tras la agresión que ha sufrido el bosque de Loredo, lo más probable es que la zona sea invadida por plumeros en un breve plazo de tiempo.
Por todo esto decimos que en Loredo, además de pinos, también talan las posibilidad de restaurar con éxito un valioso conjunto de ecosistemas que envidiarían en cualquier país europeo, y que podrían servir a la mejora de la calidad de vida de los vecinos de Ribamontán al Mar y al fomento de un modelo de turismo sostenible.
Un problema social y político
El conflicto por la tala de Loredo puede parecer a primera vista de naturaleza exclusivamente técnica (competencias y leyes), pero oculta un importante trasfondo social que merece ser resuelto por vía política.
Hace 15 años el Ayuntamiento de Ribamontán al Mar, con su alcalde a la cabeza, se opuso radicalmente a la tramitación y aprobación del Plan de Ordenación del Litoral (POL), contando entonces con un fuerte respaldo entre los vecinos propietarios de suelo involucrado en procesos urbanísticos, o con expectativas de estarlo.
Pero ahora, Ribamontán al Mar cuenta con un nuevo tejido social que hace suyos los principios del POL y que valora el medio ambiente como algo esencial para su calidad de vida y el desarrollo económico del municipio.
El origen del desastre
La aversión al POL explica que el equipo de gobierno municipal exigiera a los dueños de la finca que llevara a cabo una limpieza sin el menor respeto a los valores ambientales de la zona y sin tener en cuenta las determinaciones de una Ley que impidió la construcción allí de cientos de viviendas, un hotel y un campo de golf.
A partir de ahí todo ha sido una cadena de despropósitos administrativos (contrarrestados por la extraordinaria respuesta cívica de la plataforma opositora a la tala ihdiscriminada) que ha terminado por dejar en evidencia la incapacidad del Gobierno de Cantabria para gestionar y hacer cumplir la Ley del POL.
Desde Iniciativa Vecinal reclamamos una solución política
Siempre se dice que los ayuntamientos son la administración más próxima a los ciudadanos y que no hay tarea más grata para un político que la de ser alcalde de su pueblo, porque ofrece la posibilidad de resolver los problemas que afectan a sus vecinos.
Pues bien, la tala de Loredo se ha convertido en un problema para Ribamontán al Mar y está provocando un conflicto social que merece ser abordado y resuelto de inmediato, correspondiendo al alcalde encabezar la tarea.
Desde Iniciativa Vecinal reclamamos una solución política y ofrecemos al equipo de gobierno nuestra disposición a colaborar en lo que estimen necesario.
Además, y de cara al Pleno Ordinario de abril, vamos a proponer a PRC y PP la aprobación de una moción pidiendo al Gobierno de Cantabria que adquieran los terrenos afectados por la tala y desarrollen un proyecto de restauración ambiental y uso público.